¿Confianza ciega o prevención?
La idea de confiar en una escort parece, a simple vista, algo poco recomendable. En un mundo en el que todos quieren pasar desapercibidos y mantener la privacidad, ¿es apropiado hablar más de la cuenta? La norma número uno de los placeres de pago es la discreción. El silencio. Mirar hacia otro lado y fingir que es la primera vez que vemos a alguien con quien ya nos hemos cruzado antes. Todos lo hacemos, pero las escorts son especialistas en este juego. Son las primeras que protegen su intimidad mejor que nadie.
Una mujer puede verse envuelta en muchos problemas sociales, personales y laborales si su entorno descubre que ofrece servicios como acompañante de lujo. No importa que lo haga en una agencia de alto standing, que apenas tenga citas o que lo haya hecho solo unas cuantas veces. El estigma existe y es duro y difícil de superar una vez se ha desvelado la verdad. Las escorts lo saben y aprenden rápido que la discreción está por encima de cualquier otra cosa.
Una de esas chicas puede llegar a ver muchas cosas, porque todos nos descubrimos tal y como somos en la intimidad. Conocen debilidades, secretos, identidades, entresijos, problemas, situaciones complicadas y noticias bomba. Se citan con hombres poderosos, casados, importantes y ricos, a los que tratan con la misma pasión y cariño con la que atienden a caballeros más corrientes. Para ellas, todos los hombres son igual de especiales y todos merecen el mismo respeto, discreción y confianza cuando se trata de proteger su información privada.
La precaución nunca está de más, pero nuestro consejo es que te quedes tranquilo en lo que respecta a tu privacidad. Si confías en una agencia de escorts como la nuestra, todos tus secretos están guardados. ¿Guardarás tú los nuestros?